Hace un tiempo, los alimentos funcionales fueron noticia. Se trataba de los lácteos, los cereales, las harinas y los jugos fortificados con vitaminas y minerales, entre otros. Hoy en día, la noticia es que ya existen los alimentos simbióticos, superiores a los anteriores porque contienen probióticos y prebióticos.
Estos microorganismos poseen efectos beneficiosos sobre una o más funciones fisiológicas y metabólicas del organismo. Como consecuencia, cuando son consumidos en forma habitual en períodos prolongados, reducen el riesgo de contraer las patologías asociadas a las funciones sobre las cuales actúan.
Al respecto, nuestro país ha sido pionero en la investigación de probióticos, a partir de los trabajos realizados en el Centro de Referencia para Lactobacilus (Cerela), dependiente del Conicet.
Entre las investigaciones realizadas en este centro, se estudió la capacidad protectora de los Lactobacillus casei, llegando a la conclusión de que estos probióticos pueden proteger contra la infección por salmonelas.
Según los especialistas, consumiendo estos nutrientes aumenta la respuesta inmune del organismo, se normaliza la microecología intestinal y se atenúan los procesos inflamatorios.
Según la doctora Margarita Olivera Carrión, presidenta de la Asociación Argentina de Tecnó-logos Alimentarios, "los avances en investigación y en tecnología han permitido el desarrollo de alimentos simbióticos, que conjugan ambos ingredientes bioacticos, pre y probióticos".